Los descendientes de aborígenes han sido despojados doblemente de su identidad, perdieron su cultura ancestral y son parte marginal de la cultura actual. Esta carencia de contenidos simbólicos hace al individuo de los sectores mas desprotegidos del sistema, permeable al bombardeo propagandístico despersonalizante, ese que engloba una gran diversidad de contenidos en lo que actualmente se denomina Corriente de la Nueva Era (New Age).
Lo Comechingón abarca de esta manera una gran diversidad de contenidos míticos, provenientes en general de contextos urbanos, que se componen de una reelaboración de conceptos extraídos de los mas diversos sectores del pensamiento. ¿Es posible reconstruir una identidad con estos elementos? Analicemos lingüísticamente la palabra reconstruir, su significado sería volver a construir, ¿pero reordenar a partir de cuales elementos?
Los elementos míticos y lingüísticos que componen el bagaje cultural original se perdieron para siempre, lo que ocurre en la actualidad no se parece de ningún modo a lo que acontecía en las sierras hace 600 años. Cualquier creencia religiosa merece respeto, pero el ritual que vemos hoy, no es el que practicaron nuestros antepasados porque los elementos que lo constituyen son otros muy distintos, se trata de una reelaboración de acuerdo a premisas actuales.
No digo que lo que ocurre está mal, todos tenemos derecho a construir nuestra identidad del modo que creemos mas conveniente, pero ni siquiera estamos seguros del origen de la palabra Comechingón.
Por otra parte la desaparición de la o las culturas originales de las Sierras de Córdoba se debe probablemente a la combinación de varios factores: las guerras mantenidas contra el español a la llegada de este, el maltrato en las encomiendas, la persecución cultural y el mestizaje con blancos y negros.
Sin ninguna duda se pueden resignificar los contenidos perdidos y construir una identidad nueva que ponga en valor el hecho de ser nativo americano, pero algunas veces estos procesos se parecen mas a una nueva secta, alienada de los valores actuales de toda nuestra cultura, que a un proceso cultural genuino, comprometido con el hombre en su paisaje. Podríamos agregar a esta confusión, un eterno problema: la palabra aborigen, o su connotación, como objeto de poder de diversos sectores políticos o “científicos”. Esto me recuerda al desmembramiento de Tupac Amaru o a los nativos mexicanos que dicen que, los políticos los estudian, los antropólogos los filman y ellos no tienen nada.
La vasija original se fragmentó en mil pedazos y hay partes que nunca volveremos a encontrar; podemos restaurarla, amarla, y hasta armar las partes que faltan con materiales nuevos, pero no podemos colocar trozos falsos diciendo que son auténticos porque la mentira es jaula de la libertad.
Cuando yo me identifico automáticamente hay una exclusión del "otro", del "diferente".